Con el paso del tiempo te vas dando cuenta de verdad de quién merece un lugar en tu vida. Amigos que se vuelven grandes desconocidos de la noche a la mañana. Grandes desconocidos que se convierten en tus mejores amigos. Amores que pasan en una noche. Caprichos nocturnos que tienen su punto y final de madrugada. Besos que saben al licor de todos los licores, que enloquecen y enganchan. Abrazos que te muestran lo mejor de una persona, que te calman y te reconfortan. Personas con las que te cruzas a diario y parecen como de la familia. Otras, no tanto. Siempre estará, esa persona que cuando te caigas te ayude a levantarte y también estará aquella que evite tu caída. En este mundo de locos, nos podemos encontrar de todo. Quién menos pensamos que nos va a hacer daño, es con quién más nos duele. Y es que, quién te quiere no es quien más te lo repite, sino quien te lo demuestra siempre.

Me apetece una tarde, de estar solos, sin nadie, sin enterarnos de nada mas, ni de la hora, ni de la gente que pasa, ni si es de noche o de día. Una tarde de esas que dices: guau. Una tarde de esas, que aunque solo duren una o dos horas, lo recuerdas semanas, meses...una tarde de esas que te dejan huella, una tarde de esas que te quedas pensando todo el rato, de esas que te pones sentimental, que no sabes si lloras por bien o por mal, que no eres, que no te entiendes ni tú ni nadie, que cualquier tontería de esas que me hagas, me encante. Que se que no es el tío perfecto, que se que es de el montón, pero es del montón que me gusta